El estudio Pixar se cuelga una medalla más con esta nueva producción cuya temática gira en torno al Día de Muertos: La película Coco consigue hacer un retrato fidedigno sobre nuestra tradición, al tiempo que refleja gran parte de nuestra idiosincrasia.
Por supuesto, el cristal con que se mira es un cristal extranjero, pero se nota el trabajo de investigación de la producción y se nota que consiguieron ponerse en los zapatos de una cultura ajena a la cual trataron con respeto.
Coco, de Lee Unkrich, en codirección con Adrian Molina, gira en torno a un niño llamado Miguel, que desea ser músico para seguir los pasos de su exitoso modelo y estrella de cine Ernesto De la Cruz (una especie de Pedro Infante), oriundo del pueblo al que pertenece Miguel.
Desgraciadamente su familia tiene un pleito con los músicos: Resulta que el tatarabuelo de Miguel abandonó a la tatarabuela, conocida por todos como Mamá Imelda, y desde ese momento la música quedó prohibida en el seno de la familia.
Como Mamá Imelda debía alimentar a su hija Coco (la bisabuela de Miguel), tuvo que encontrar un trabajo, que afortunadamente encontró en el oficio de zapatero, en el cual se volvió muy exitosa, de tal manera que el negocio ha continuado por un par de generaciones.
En el Día de Muertos, el pueblo de Miguel organiza un concurso de talento musical al cual nuestro héroe desea asistir, pero desgraciadamente la familia descubrirá su “hobbie” secreto y bloqueará su camino.
En su afán por seguir su sueño, Miguel comete un par de transgresiones que lo llevan a reunirse con sus antepasados a la tierra de Los Muertos, de donde deberá regresar antes de que amanezca, a riesgo de quedar atrapado de manera irremediable.
Coco es un espectáculo visual, llena de color –extraído de nuestras tradiciones–, y dotada de gran realismo, casi casi pueden olerse el cempasúchil y las calles del pueblo de Miguel, uno de tantos otros de nuestro país.
La cinta es profundamente conmovedora y engancha casi de inmediato con detalles como llamar a las abuelas de la familia por el mote de “Mamá”, según ocurre en muchas partes de la república.
A través de la historia de Miguel entendemos el valor de la familia y su relación con nuestra esencia de manera individual; para conseguir nuestros sueños debemos comprender y aceptar lo que somos y de dónde venimos, al tiempo que debemos poder reconocer nuestros errores.
Si hubiera algo que objetarle a la cinta es su música, pues fuera del tema principal no resulta muy conmovedora, sino un poco mexican curious, es decir, ahí sí parece un lugar común para turistas. No es tan grave, pero podría tener mayor fuerza.