Se trata de la quinta manifestación de protesta a nivel nacional desde que Rousseff asumió su segundo mandato, en enero de 2015.
Cientos de miles de personas se manifestaron hoy en decenas de ciudades brasileñas para pedir la destitución de la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en un marco de profunda indignación por los escándalos de corrupción que afectan a políticos como el ex mandatario Luiz Inacio Lula da Silva.
Se trata de la quinta manifestación de protesta a nivel nacional desde que Rousseff asumió su segundo mandato, en enero de 2015, y los datos de participación a media jornada indicaban un notable repunte del número de manifestantes respecto al último acto, en diciembre.
En Río de Janeiro los manifestantes ocuparon las dos vías de la Avenida Atlántica –en las anteriores protestas el número de personas solo lograban ocupar una-, mientras cantaban canciones contra Lula, Rousseff y pedían la celebración de un juicio político contra la presidenta.
Aunque la policía militar no divulgó cifras de participación, los organizadores aseguraron que un millón de personas salieron a las calles de la capital fluminense.
“La gran diferencia entre esta y las anteriores manifestaciones es el gran número de personas presentes, que sobrepasa el millón. Eso refleja la situación crítica al que nuestro Brasil llegó”, aseguró a Notimex Adriana Baltazhar, una de las líderes del movimiento anti- Rousseff “Vem Pra Rua” (“Sal a la Calle”, en portugués).
“Hemos llegado al máximo de nuestra indignación. El caso del presidente Lula, que quiere librarse de la cárcel ocupando un ministerio, ha aumentado el número de indignados”, aseveró, desde uno de los carros de sonido que alienta a los manifestantes en el corazón de la ciudad carioca.
Aseguró que “el Gobierno de Rousseff caerá dentro de poco”, como consecuencia de que “hay más desempleo, menos salud, aumentó la inseguridad, aumentó la incompetencia y Brasil siendo rebajado de todos los índices mundiales”.
“Veo la caída del Ejecutivo en los próximos tres meses”, pronosticó.
Mientras los manifestantes pedían, con aire festivo, la encarcelación de Lula –acusado de lavado de dinero y falsedad ideológica esta semana por la Fiscalía de Sao Paulo-, aplaudían la labor del juez Sergio Moro, quien lidera las investigaciones de la Operación Lava Jato, que investiga millonarios desvíos desde Petrobras.
Pancartas, consignas irónicas y sobre todo muñecos inflables con la imagen de Lula con un traje de presidiario destacaban en un paisaje dominado por el ambiente familiar y los colores verde y amarillo de Brasil.
“Queremos un futuro mejor en las próximas generaciones. Nosotros somos el futuro, tenemos que luchar”, explicaron los jóvenes Matheus Cardozo y Murilo Gomes, ambos de 15 años, quienes portaban imágenes confeccionadas por ellos del rostro de Rousseff bajo un signo de prohibición.
“No creemos en el Gobierno. Ya tenemos muchas pruebas de que es corrupto. Brasil continuando así no avanzará”, explicaron los jóvenes.
En total, 400 ciudades habían convocado este domingo manifestaciones contra el gobierno de Rousseff en una jornada de protesta que servirá para medir el grado de indignación contra el Ejecutivo brasileño, muy debilitado por la Operación Lava Jato y la recesión económica.
En Brasilia, la capital federal, la policía estimó en 100 mil los participantes, mientras en Belo Horizonte se reunieron 30 mil, pero la ciudad clave para calibrar el grado de contestación social es Sao Paulo, donde imágenes aéreas de la televisión brasileña mostraban la presencia de decenas –o incluso cientos- de miles de personas en la Avenida Paulista.
Por primera vez, y como consecuencia de la polarización social provocada por los problemas de Lula con la Justicia –fue interrogado por la policía el 4 de marzo y acusado por la Fiscalía de Sao Paulo el 9-, se temía que enfrentamientos violentos pudieran estallar entre manifestantes a favor y en contra de Lula.
Sin embargo, hasta las 15:00 horas locales no se habían registrado incidentes violentos, excepto algunos episodios aislados y sin consecuencias graves.
Rousseff, quien dijo el viernes que no piensa dimitir porque obtuvo el poder de forma legítima en las urnas, emitió hoy una nota en la que condena unas pintadas realizadas esta madrugada contra Lula en la sede de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), en Sao Paulo.
Brasil «luchó muchos años para el restablecimiento del orden democrático, el funcionamiento adecuado de las instituciones y el pleno ejercicio de los derechos a la expresión y a la manifestación democrática», subrayó Rousseff en su nota