“Peña Nieto va tras la UNAM”, artículo de Jiménez Espriú

Por Javier Jiménez Espriú/ Colaboración especial para AN

El ex director de la Facultad de Ingeniería y ex miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM asegura que que ésta última «no permitirá injerencias externas; no se comportará con el sometimiento y la subordinación de los miembros del Legislativo».

sergio Alcocer

MÉXICO, D.F.- Aun faltando meses para que la Junta de Gobierno de la UNAM iniciara formalmente el proceso de auscultación de la comunidad universitaria para la designación del Rector que sustituirá al Dr. José Narro, quien termina su segundo período al frente de nuestra Casa de Estudios, el presidente Peña Nieto empezó a mover sus peones, en forma por demás obvia, para “hacerse del control” de nuestra Casa de Estudios, prácticamente la única gran institución nacional que aún goza de credibilidad.

El Dr. Sergio Alcocer, ex Subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte, renunció a ese cargo “para reintegrarse a la actividad académica”, léase, para buscar la Rectoría, con un alarde de publicidad en páginas completas patrocinadas en diarios nacionales, desayunos multitudinarios con organizaciones extrauniversitarias y comidas políticas, muy alejado de los usos y costumbres universitarios.

Al declarar su intención, se apresuró a señalar que no es “el candidato oficial”. “Explicación no pedida, aceptación manifiesta”, dice el adagio popular. Inició su campaña, con la formalidad de la mentira política y a la manera de la búsqueda de gubernaturas, alcaldías o diputaciones.

Este actuar, por sí sólo demuestra su falta de sensibilidad universitaria y el desconocimiento total de los sentimientos de la Comunidad.

Pero veamos, para entender y confirmar su campaña, su recorrido reciente: en 2011, el Doctor Alcocer se desempeñaba como Secretario General de la UNAM, la importante segunda posición en la administración de la UNAM, la que abandonó, con esa su invariable vocación por la formación de los mexicanos que hoy manifiesta, para apoyar la reforma energética, la entrega de nuestros recursos patrimoniales no renovables, que impulsaba Felipe Calderón con el hoy Secretario de Desarrollo Social José Antonio Meade, quien fungía entonces como Secretario de Energía.

Luego, cuando Meade fue enviado a la Secretaría de Hacienda, Alcocer, por asuntos ajenos a mi conocimiento, hubo de renunciar, siendo inmediatamente recogido por la UNAM como Coordinador de Innovación y Desarrollo, cargo que pronto abandonó, no sin antes dejar varios raspones y abolladuras en no pocos miembros de la comunidad y del que no se conoce logro alguno.

Se fue nuevamente con el Lic Meade, ahora a la SRE, como Subsecretario para Asuntos con Norteamérica, para reforzar la apertura energética –esa que se afirma promovió Hillary Clinton-, “garantizar la seguridad energética de Norteamérica”, y establecer “amarres” para la estrategia oficial de la entrega del petróleo y ahora, con ellos, aspirar a dirigir la UNAM; ¿para incorporarla al proyecto regional de Norteamérica?

Así es: la UNAM, luego la Secretaría de Energía en el gobierno del PAN, luego otra vez la UNAM, luego la Secretaría de Relaciones Exteriores en el gobierno del PRI, y ahora nuevamente a la UNAM. Cree que es también la UNAM –territorio puma-, “territorio de los chapulines”, que con tanto éxito maneja el Gobierno de la República.

Congruencia, convicción, principios, ética, ideología, valores universitarios que parecieran condiciones necesarias para dirigir la Universidad, aparentemente no son para el Dr. Alcocer, fundamentales; se puede “cambiar de piel”, como las serpientes, cada vez que sea necesario. “El teatro y el cambio de piel están ligados”, dice Pascal Quignard en ese su pequeño gran libro que es “La Lección de Música”. “El fin justifica los medios”, dicen que dijo Maquiavelo al Príncipe.

Dentro de esta estrategia, hace unos meses, en la Escuela Cockrell de Ingeniería de la Universidad de Texas, en la que hizo su posgrado y donde fue “invitado” –ya pergeñando su campaña para Rector- a ofrecer una conferencia que tituló “¿Qué está haciendo un ingeniero como Subsecretario para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México?”, Alcocer dijo entre otras cosas: “Hemos desarrollado una asociación muy colaborativa que define Norteamérica como la región más dinámica y emocionante del punto”. ¿Se refería a la ASPAN?

Señaló también: “Para responder a la pregunta de por qué se le pidió a un ingeniero ocupar esta posición crítica de política exterior de México, vuelvo a esos principios y enseñanza adquiridas en la Universidad de Texas – –no en la UNAM, sino en la Universidad de Texas, su verdadera Alma Mater-: la pasión y el compromiso de devolver a mi país la dedicación a la mejora de la realidad para las generaciones futuras y la integridad en el trabajo para avanzar en el mejor interés de mi país y de la región que compartimos con Estados Unidos y Canadá”. “A declaración de parte, relevo de pruebas”. Es el paradigma del estudiante de otras naciones, que propuso formar en las universidades norteamericanas –con enorme éxito- el Secretario de Estado norteamericano Robert Lansing, para conquistar al mundo sin necesidad de invadirlo territorialmente.

Se equivoca el presidente Peña Nieto, si toma a la UNAM como uno de los cuadros de su tablero de ajedrez; no puede ahí mover sus piezas como lo hace con los miembros de los tres Poderes de la Unión, sean o no idóneos para el cargo.

La Junta de Gobierno de la UNAM, única instancia –subrayo, única instancia responsable de la designación del Rector, está integrada por personas con dignidad, conscientes de la importancia de la Universidad, conscientes de la esencia de su autonomía y de los valores universitarios. No permitirá injerencias externas; no se comportará con el sometimiento y la subordinación de los miembros del Legislativo, ante las imposiciones del Presidente.

Y tampoco la comunidad universitaria aceptará imposición alguna. No permitirá la entrega de la Universidad, a intereses ajenos.

Coincide este momento con la celebración de los 100 años del nacimiento de Don Javier Barros Sierra, el último ingeniero en encabezar nuestra Casa de Cultura, quien con frecuencia recordaba con su palabra y con su actuar que “la Universidad es autónoma y su Rector también”.

Si el Dr. Alcocer, fuese designado Rector, tendría la comunidad universitaria que defender su autonomía, no con su Rector, como fue el caso con el Ingeniero Barros Sierra, sino contra el Rector.

Son evidentes e inapropiados los apoyos que ha tenido el Dr. Alcocer del Gobierno de Peña Nieto y desconozco con cuales cuenta dentro de la comunidad universitaria, pero sí sé que en la propia Facultad de Ingeniería, de la que egresó antes de irse a la Universidad de Texas a “adquirir sus principios y enseñanzas”, si bien algunos miembros de la comunidad verían con agrado su designación, más, según creo, por solidaridad gremial, que por convicción o simpatía hacia él; el resto de la comunidad de la Facultad de Ingeniería, es indiferente, o guarda en su memoria los agravios que la Institución ha recibido del Dr. Alcocer.

Su intención de ser Rector, desproporcionada frente a sus “méritos académicos”, que no le han permitido alcanzar, a sus 52 años de edad, el más alto nivel académico en la UNAM, no deja de ser una ambición muy personal o la necesidad de atender un compromiso político con objetivos distintos a los de nuestra Casa de Cultura y con valores distintos a los de los intereses nacionales.

*Jiménez Espriú es ex director de la Facultad de Ingeniería y ex miembro de la Junta de Gobierno de la UNAM/ Colaboración especial para AN

[email protected]  @jimenezespriu

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