Los nuevos archivos ponen foco a un conjunto de paraísos isleños no explorados, localizados en las Bermudas y las Islas Caimán.
13.4 millones de documentos apuntalan la investigación global denominada Paradise Papers, una especie de segunda parte de los llamados Panama Papers, que en su momento develaron cómo políticos, empresarios y personajes a lo largo del mundo recurren a paraísos fiscales para ocultar sus fortunas.
En esta ocasión salen a la luz los lazos entre Rusia y el multimillonario secretario de Comercio del presidente estadunidense Donald Trump; los negocios secretos del principal recaudador de fondos del primer ministro canadiense Justin Trudeau; así como los intereses offshore de la reina de Inglaterra.
El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación indica que los documentos provienen principalmente de dos firmas de servicios offshore, con sede en Bermudas y Singapur, filtrados al periódico alemán Süddeutsche Zeitung, que a su vez los compartió con ellos.
Las revelaciones más detalladas surgen de la firma de abogados offshore Appleby y el proveedor de servicios corporativos Estera, dos empresas que operaron juntas bajo el nombre Appleby hasta que Estera se independizó en 2016.
Al menos 31 mil clientes individuales y corporativos, incluidos en los registros de Appleby, son ciudadanos de Estados Unidos o tienen direcciones en ese país. También cuenta con clientes en el Reino Unido, China y Canadá, entre sus principales fuentes de negocios.
Appleby en respuesta publicó en su página web una declaración en la asegura estar “convencida de que no hay evidencia de ningún delito”.
Otro paquete de documentos filtrados corresponde a más de medio millón de archivos de Asiaciti Trust, un especialista offshore de gestión familiar con sede en Singapur y oficinas satélite en todo el mundo.
Uno de los casos dados a conocer por Paradise Papers es la conexión comercial indirecta de Wilbur Ross con el yerno de Putin, Kirill Shamalov, pues mantiene participación en una compañía que provee servicios de transporte marítimo.
Rex Tillerson, secretario de Estado de EU, también aparece mencionado en los papeles pues fue director de Marib Upstream Services Co., una empresa con sede en Bermudas creada para llevar a cabo operaciones de petróleo y gas. Se unió al directorio de la compañía en marzo de 1997, cuando era presidente de Exxon Yemen, y renunció en marzo de 1998, según la base de datos de clientes de Appleby.
Otro caso es el de la reina Isabel II, quien ha invertido millones de dólares en compañías de servicios médicos y créditos de consumo, según muestran los archivos de Appleby.
Los registros muestran que, a partir de 2007, los gestores del patrimonio de la reina invirtieron en un fondo de las Islas Caimán, que a su vez invirtió en una empresa de capital privado controlada por BrightHouse, criticada por vender bienes a británicos con problemas de liquidez en planes de pago con tasas de interés tan altas como 99.9%.
Un portavoz de la reina Isabel II le dijo a The Guardian que el ducado tiene una inversión en el fondo de las Islas Caimán y que no estaba al tanto de la inversión en BrightHouse. La Reina paga voluntariamente impuestos sobre los ingresos del ducado y sus inversiones, dijo el portavoz.
Los archivos revelan además que Stephen Bronfman, asesor y amigo cercano del primer ministro canadiense Justin Trudeau, se asoció con Leo Kolber, otro seguidor incondicional del partido liberal y exmiembro del Senado de Canadá, y el hijo de Kolber, para mover en silencio millones de dólares a un fideicomiso en las Islas Caimán. Las maniobras offshore pueden haber evitado pagar impuestos en Canadá, Estados Unidos e Israel, de acuerdo con expertos.
A medida que las riquezas offshore fueron creciendo, los abogados de Bronfman, los Kolbers y otros grupos acaudalados presionaron al Parlamento de Canadá para que luchara contra las propuestas legislativas que buscaban gravar los ingresos de los fideicomisos offshore.
Otra revelación es que un importante inversionista en Twitter y Facebook tenía vínculos financieros con dos empresas propiedad del gobierno ruso conocidas como instrumentos para operaciones sensibles del Kremlin, según muestran documentos recién revelados.
Los registros demuestran que una de las empresas propiedad del Kremlin, VTB Bank, envió discretamente 191 millones de dólares a un fondo de inversión, DST Global, que a su vez utilizó el dinero para comprar una gran participación en Twitter en 2011.
También muestran que una filial del gigante energético Gazprom, también propiedad del Kremlin, financió fuertemente a una compañía offshore que se asoció con el mismo fondo de inversión DST Global, para una gran inversión en Facebook.
No obstante, no hay ninguna indicio de que el Kremlin tuviera injerencia alguna sobre Twitter o Facebook o que recibiera información privilegiada sobre las empresas como resultado de las inversiones asociadas con Milner.