Todos la quieren, hasta ellas últimamente también la desean. Y es que la silla presidencial en su metamorfosis se transforma en trono, su ocupante en rey y su ejercicio en monarquía. Por ello es tan codiciada esta poltrona, porque significa la realización del sueño de todo político de verse encumbrado sobre los demás, no tanto para vindicar el quehacer político tan devaluado en la posibilidad de redimirlo con una eficiente gestión pública al grado de Estadista; sino para ingresar al selecto grupo de aquellos a quienes enriquece la Presidencia con una pensión vitalicia millonaria por el trabajo eficiente o no, de seis años al frente de la Nación.
Todo político anhela sentarse en ella. Ellas con idéntica vehemencia, pretenden, por la igualdad de género posarse sobre ella, y hacen públicas sus aspiraciones. Antes, los que la deseaban guardaban la discreción que les imponía el sistema considerándolos “tapados”, y así se mantenían disciplinadamente, hasta que el Presidente en turno los destapaba. Hoy se desenmascaran ellas y ellos anticipadamente como es el caso de Margarita Zavala y de Gerardo Fernandez Noroña.
El juego de la anticipación lo inicio Fox, imponiéndose a su partido astutamente. Calderón copio su fórmula promoviéndose desde su cartera de Secretario de Energía, impidiendo la designación del delfín foxista Santiago Creel, y logrando la nominación por su Partido el PAN.
Sí, todos quieren apoltronarse sobre ella, estén calificados o no. Es codiciable lo que representa tanto poder y tanta riqueza. No solo asegura el bien personal y patrimonial, sino que lo extiende generacionalmente al pertenecer a una casta exclusiva de servidores públicos.
El espectáculo ha iniciado, observemos atentamente los movimientos estratégicos de los aspirantes y responda a ello, pues pedirán nuestro voto.
Hasta la próxima.
Juan Crisóstomo.