La comunidad de pescadores Chamela destruida por el huracán ‘Patricia’

La comunidad de 40 familias quedó destrozada; los habitantes aseguran que el gobierno solo «toma fotos y video» pero no los ha asistido

 

Captura de pantalla de 2015-10-25 21:13:45CHAMELA, JAL.- El huracán Patricia soltó su furia sobre Chamela, un caserío de Jalisco habitado por unas 40 familias de pescadores y jornaleros hasta el viernes, cuando la comunidad quedó reducida a escombros.

Aunque los daños registrados por el considerado huracán más potente de la historia han sido relativamente menores al interior del país, para los habitantes de Chamela el meteoro sí tuvo las dimensiones catastróficas que las autoridades temían.

El esqueleto de sencillas casas autoconstruidas con madera o ladrillos con techos de palma y hojalata y robustos árboles en el suelo son la prueba de que esta comunidad serrana pegada al Océano Pacífico estaba a solo 20 kilómetros del punto donde el intenso huracán categoría 5 tocó tierra.

«Nos hace falta de todo. ¡No tenemos nada! Mi patrimonio se acabó», decía desesperada Griselda Hernández, mientras barría el suelo de su casa sin techos ni paredes donde sus hijos jalaban una pequeña colchoneta entre los escombros.

«Nada más vea en dónde van a dormir mis niños», se lamentaba Griselda sin dejar de repasar con la mirada su casa derrumbada, situada al pie de una montaña en la que han sido construidas casas turísticas de lujo con espectacular vista al mar.

Las autoridades «se olvidaron de nosotros», estalló esta vecina de Chamela bajo la mirada de algunos de sus vecinos que también lo perdieron todo y la tarde del sábado no tenían ni agua ni comida.

«Ha pasado mucho gobierno por la carretera pero nomás toman fotos y video. No se bajan a preguntar si nos hace falta comida, si nos hace falta agua», coincidía Fernando Contreras, otro habitante de esta pequeña comunidad.

La mayoría de los habitantes de Chamela, que fue evacuada la noche del viernes a un refugio, lleva más de 20 años viviendo en este caserío que construyeron ellos mismos ladrillo a ladrillo, cuenta Roberto Guzmán, dueño de otra de las casas destruidas.

De espaldas a las bardas colapsadas de su hogar, Guzmán confesaba sentirse «muy triste».

«Esta vez fue demasiado viento» y reconstruir la casa tomará tiempo, afirmaba Guzmán. Primero deberá «ir a traer varas del cerro para hacer una de lámina de cartón hasta que poco a poco pueda comprar ladrillo», pensaba en voz alta.

A través de caminos cortados por árboles y ramas caídas, se llega a Emiliano Zapata, otra de las comunidades cercanas al punto por el que entró el ojo de Patricia la tarde del viernes.

Aunque a primera vista no luce tan desolador como la ranchería de Chamela, muchos de los habitantes más pobres de Emiliano Zapata también sufrieron pérdidas totales.

«Me dejó todo hecho un desmadre, el viento me acabó toda la casa. (El huracán) Jova de 2011 me la dañó también, pero con este me fue peor», comentaba Paulino Loera, un campesino de 75 años, sentado afuera de su casa con un techo que era de tejas y que está a punto de derrumbarse, como su esperanza de que el gobierno lo ayude.

 

 

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