Este viernes, 18 de marzo, recordaremos el 78 aniversario de la expropiación petrolera del presidente Lázaro Cárdenas del Río, en un contexto de traición absoluta a los principios de soberanía nacional, democracia popular y bienestar social enarbolados por este gran general revolucionario. Antes, la enorme fuerza del Estado mexicano se utilizaba para defender los intereses y el bienestar del pueblo mexicano. Hoy, este mismo Estado se ha puesto al servicio de los intereses internacionales más mezquinos y trabaja para desmantelar el país, así como aniquilar la resistencia popular.
El pasado 22 de febrero Enrique Peña Nieto acudió a Houston, Texas, para participar en el congreso anual de IHS Energy Ceraweek. En su desesperado esfuerzo por rematar nuestro oro negro, el mandatario mexicano se rebajó al nivel de los burócratas de segunda y ejecutivos petroleros internacionales, quienes ahí se reúnen cada año. Fue el único jefe de Estado en acudir al evento (aquí listado de participantes: http://ceraweek.com/2016/speakers/). De manera indignante, Peña Nieto también aprovechó el viaje para reunirse con el gobernador de Texas, Greg Abbot, y así reducir el Estado mexicano al nivel de una entidad federativa más de Estados Unidos.
Fue muy simbólico que Peña Nieto haya decidido anunciar desde Texas, y no desde el territorio nacional, la aceleración de la privatización y el desmantelamiento del sector energético nacional. Dentro del marco del congreso petrolero, señaló que a partir de junio México ya contará con gasolineras extranjeras. Asimismo, indicó que durante 2016 se licitarán tanto los yacimientos petroleros en aguas profundas del Golfo de México como la primera gran línea de transmisión de energía con participación privada.
La empresa petrolera Gulf ya ha informado que durante 2016 abrirá 100 estaciones de servicio, en Monterrey y la Ciudad de México, y que su objetivo es abrir más de 2 mil durante los próximos tres años, con el fin de controlar 25 por ciento del mercado nacional. Pero los ejecutivos han aclarado que no buscamos abrir nuevas gasolineras, sino queremos que actuales franquiciatarios de Pemex cambien su modelo a Gulf. Simultáneamente, Pemex ha anunciado que reducirá significativamente sus inversiones propias y que continuará con el proceso de despidos masivos de personal, con ya 15 mil durante 2015 y 10 mil programados para 2016.
Se confirma lo que muchos hemos denunciado desde hace años: la contrarreforma energética no implica la llegada de nuevas inversiones al país, sino simplemente la entrega de los recursos y la economía nacionales a manos privadas y extranjeras. De la misma manera, la contrarreforma educativa no implica el fortalecimiento del sistema educativo nacional, sino solamente la depuración y expulsión del sistema educativo nacional de los maestros más comprometidos y críticos del país.
Simultáneamente, avanza la dolarización de la economía. El jueves pasado, dentro del marco de la 79 Convención Bancaria celebrada en Acapulco, Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, anunció la implementación de un nuevo mecanismo de transferencias bancarias, llamado SPID, que permitirá a las empresas nacionales concretar transacciones entre si directamente en dólares.
Así, las empresas mexicanas, y las filiales de empresas internacionales, podrán dar la vuelta al sistema financiero nacional, evitando la necesidad de ensuciarse con nuestros billetes multicolores decorados con las imágenes de héroes nacionales como Benito Juárez, Miguel Hidalgo, José María Morelos, Frida Kahlo, Sor Juana Inés de la Cruz y Nezahualcóyotl. Ahora los empresarios podrán utilizar exclusivamente el billete verde cuyo valor está encomendado al Dios del norte. In God we trust (en Dios confiamos) reza en aquellos billetes, cuyo objetivo es arrasar con la historia y el valor humano de todos los pueblos.
Avanza la colonización de facto de la República Mexicana. Si no actuamos pronto, el país seguirá el camino de Puerto Rico y se convertirá en un territorio más de Estados Unidos, sin ninguna posibilidad de que el pueblo mexicano pueda incidir en el destino de la nación.
En este camino es importante darnos cuenta de que el neoliberalismo y la corrupción estructural todavía no han destruido al Estado mexicano. A pesar de todo, nuestras instituciones gubernamentales siguen contando con una enorme fuerza que, utilizada para el bien, podría transformar al país.
El problema es que, gracias al fraude electoral, la censura mediática y la destrucción de la acción colectiva, los poderosos aparatos estatales hoy se encuentran al servicio de la maquinaria internacional de muerte y saqueo. Participemos todos para poner de pie al Estado mexicano. Honremos el legado de don Lázaro Cárdenas, y de todos los héroes que nos han dado patria, expulsando del poder a quienes han traicionado su legado.
John M. Ackerman.
Twitter: @JohnMAckerman