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A partir de las 10:01 p.m. de este martes, hora del centro de México, el gobierno del presidente Donald Trump impuso aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio hacia Estados Unidos, incluyendo las de México y Canadá, sus socios en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (T-MEC). Esta medida, que elimina todas las exenciones otorgadas previamente, busca proteger a los productores estadounidenses, pero genera preocupación por su impacto en la economía global.
Los países más afectados por esta decisión son Canadá, el mayor proveedor de acero y aluminio a EE.UU., seguido de Brasil, México y Corea del Sur. Según fuentes gubernamentales mexicanas, la administración estadounidense no consideró excepciones para México, a pesar de las negociaciones en curso.
Trump justificó los aranceles como una forma de crear empleos en la industria estadounidense, argumentando que las medidas proteccionistas son necesarias para reactivar las fábricas locales. Sin embargo, esta decisión ha generado incertidumbre en los mercados bursátiles y temores de una desaceleración económica.
Impacto en México y Canadá
Canadá, que suministra el 50% del aluminio y el 20% del acero que importa EE.UU., será el más afectado. México, por su parte, aporta el 10% del acero y una porción menor de aluminio, pero también enfrentará desafíos significativos en su cadena de suministro.
Consecuencias globales
La medida también afectará a otros países como Brasil, India, Argentina, Corea del Sur y los Emiratos Árabes Unidos, que dependen de las exportaciones de estos metales. Según consultoras como EY-Parthenon, los compradores estadounidenses podrían ajustar sus estrategias de abastecimiento, lo que generaría interrupciones en las cadenas globales de suministro.
Reacciones y perspectivas
Trump ha prometido extender los aranceles a otros productos y regiones, incluyendo la Unión Europea, como parte de su estrategia para transformar el comercio global. Sin embargo, expertos advierten que estas medidas podrían aumentar los costos para las industrias estadounidenses, desde la automotriz hasta la aeronáutica y la petroquímica, que dependen en gran medida de las importaciones de estos materiales.
Con esta decisión, el gobierno de Trump reafirma su enfoque proteccionista, pero también plantea desafíos significativos para sus socios comerciales y la economía global en general.
