El verdadero debate. Por Martí Batres

Martí-Batres_noreste informativoDe acuerdo con datos de la ONU, México es uno de los países más desiguales del mundo. Las mismas cifras oficiales reconocen que la gestión de Enrique Peña Nieto es una fábrica de miseria y que en dos años ha provocado que 2 millones de mexicanos se sumen a las filas de la pobreza.

En México, según cifras oficiales —siempre benévolas para el régimen— 2.4 millones de personas están desempleadas y 4.3 millones están “subocupadas”. La delincuencia organizada es la quinta opción de empleo más importante en nuestro país.

El salario mínimo no es suficiente para adquirir la canasta básica, para eso es necesario tener percepciones mínimas de tres salarios. Sin embargo, alrededor de 7 millones de trabajadores gana un salario mínimo o menos.

En lo que al acceso a la salud se refiere, 40% de la población no tiene acceso a ningún servicio de seguridad social como el IMSS, el ISSSTE o, incluso, el Seguro Popular. Quienes acceden a este último sólo tienen cubierta la atención de 2.4% de los 14 mil 176 padecimientos registrados en el Catálogo de la ONU.

El tema de acceso a la educación tampoco es alentador. Más de 20% de los jóvenes mexicanos no accede a las escuelas ni al empleo y en mujeres esta cifra alcanza 34%, según datos de la OCDE.

Si hablamos de acceso a actividades lúdicas los números dan vergüenza: la cuarta parte de os mexicanos nunca han asistido al cine y más de dos terceras partes no ha accedido al teatro, 90% de la población nunca ha acudido a un concierto de música clásica, 43% jamás ha entrado a un museo, 40% no ha visitado una biblioteca, 57% no se ha parado por una librería y 73% de los mexicanos ni siquiera lee un libro al año.

Por otra parte, nuestro país es uno de los más corruptos del mundo. De acuerdo a Transparencia Internacional estamos entre las 72 naciones más afectadas por este mal. La privatización del petróleo, la casa blanca de Peña Nieto, los moches, los contratos inflados del gobierno federal, los sobornos millonarios disfrazados de bonos a los diputados locales del DF y los relojes de a millón de funcionarios federales han marcado esta administración, sin que esto haya significado nada en términos legales.

A este panorama, hay que agregar la violencia y la inseguridad que han crecido señaladamente durante los dos últimos gobiernos, los feminicidios y la violencia de género aumentaron al grado que en entidades como el Estado de México son escandalosas.

En este rubro es necesario mencionar la criminalización de la protesta que ha incrementado en este sexenio: la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, los asesinatos de la colonia Narvarte y las masacres en Tlatlaya, Tanhuato, Apatzingán y Ostula.

En un país democrático, cada uno de estos problemas no sólo habría sido tema de un profundo debate, sino que habría provocado la renuncia de muchos gobernantes. No obstante, en nuestro país no es así. Aquí el tema es… ¡la marihuana!

Peña Nieto ha ordenado un debate nacional… ¿Sobre el desempleo, la corrupción, la pobreza, los rechazados de la educación superior? ¡¡No!! ¡¡Sobre los alcances recreativos de la marihuana!! ¿Neta? ¿Les cae?

Tanto alejamiento de la realidad y los problemas reales de la gente justifica el grito de las multitudes en las calles de México: “¡Se ve, se nota, el gobierno fuma mota!”.

Martí Batres, Presidente del partido Morena en el DF

 

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